Un agua de buena calidad beneficia al medio ambiente y protege la salud de las personas y del resto de seres vivos.
Por el contrario, la mala calidad del agua propaga enfermedades y daña a la naturaleza.
Desgraciadamente, más de 2.500 millones de personas en el mundo viven en comunidades que carecen de un sistema adecuado de saneamiento.
Ser solidario con esas comunidades es una labor humanitaria importante.